La culpa

 



Bert Hellinger

La culpa


Extracto del Primer entrenamiento intensivo
Argentina agosto 2008
Introducción


Estoy contento de estar una vez más en Argentina y durante una semana entera, para un curso muy especial. Cuando miro a todos y veo cuántos se han acercado aquí, puedo imaginarme el trabajo tan grande que ha habido aquí. A Tiu y a todos sus colaboradores, un cordial agradecimiento.


Tenemos este espacio tan hermoso, y agradezco a los propietarios haberlo puesto a disposición. El lugar es ideal para nuestro trabajo. Hace dos días que estoy aquí y ya me siento a gusto. Muchas gracias a ustedes. A mi lado está Rosi, me alegro que estés a mi lado. Ahora vamos a comenzar.
La percepción crea al otro


En el ínterin, el desarrollo de las constelaciones ha avanzado mucho y aquí vamos a tener muchas sorpresas. Desde la última vez que estuve aquí con Sophie, hemos ganado comprensiones muy nuevas en los movimientos del espíritu y en el movimiento del amor que lo abarca todo, y que nos abre posibilidades que estaban cerradas para nosotros.


Os doy un ejemplo sencillo. Muchos aquí llegan de la psicoterapia y de profesiones similares. ¿Qué ocurre con el cliente que se acerca a un psicoterapeuta? Por supuesto que ahora estoy hablando por experiencia propia. Me incluyo con todos.


La observación es: así como percibe a alguien, así mismo se vuelve ese alguien. La percepción es creativa, tanto en lo bueno como en lo malo.


A veces camino por las calles de la ciudad. Se me acerca “un tipo”. Eso de que me parezca un tipo, lo percibí o sigo una imagen interna. Luego me doy cuenta de que es una mala percepción. Es decir que en el momento en que yo lo percibo de esta manera, él va a corresponderse a mi percepción. A través de mi percepción, yo hago que él se vuelva un “tipo”. De repente, tomo consciencia de eso y luego lo miro con amor, es decir, que abro mi alma y mi corazón hacia él y lo miro con amabilidad. Él viene entonces hacia mí, me sonríe, se pone contento. Él está cambiado porque yo lo he percibido de esta forma. Pero no como diciendo “es un negro”, “quizá viene de otro país”, sino que lo percibo tal como él puede ser, como en realidad ya es. Y mi percepción lo transforma. No es una percepción objetiva sino que es una percepción que a él le transforma. Es una percepción que hace algo bueno de él.


Vuelvo a la psicoterapia. ¿Qué hace? Interpreta. Un terapeuta dice entonces (y yo lo he hecho también antes): él es así porque su madre…Y no solo lo percibe mal a él, sino también a su madre.


Imaginad el efecto que tiene eso sobre él. Si la percepción se vuelve verdadera, cuando tengo una mala percepción (aquí “mala” tiene varios significados), yo estoy produciendo un efecto en él y en su familia, que les frena en su desarrollo.


Si la psicoterapia empezara a percibir bien el otro y su familia, ¿qué significaría eso? El final de la psicoterapia.


Aquí, aprendemos la buena percepción, la percepción creadora, que aquello que percibe lo hace realidad. Entonces juntos pasamos a un ámbito totalmente distinto, el ámbito del espíritu, el ámbito del espíritu creador que ama a todo tal como es y que mueve todo tal como es. ¿Cómo? Siempre bien.


Hoy es el primer encuentro y voy a demostrar algo. A partir de mañana, comenzaremos los ejercicios. No solo voy a hablar de esto, sino que os llevaré a todos en ese movimiento, a la buena percepción y a lo que produce. Entonces, ¿Cuál será el final de ese curso? Todos acabarán diferentes y todos serán felices.


Así como ya saben, trabajo siempre con todos al mismo tiempo. Cuando escojo a alguien para trabajar conmigo aquí, demuestro algo para todos al mismo tiempo y os llevo a ese movimiento hacia otra percepción y hacia otro amor.
...

El paraíso

Quiero continuar con el tema de la culpa y la inocencia.

Todas las religiones se basan en la diferencia entre Bien y Mal. Todo el cristianismo se basa en la diferencia entre bien y mal, y en el miedo a la culpa y en el miedo al castigo por la culpa. Esto llega a un punto en que el cristianismo dice que podemos ofender a Dios. ¿Os podéis imaginar cómo un ser humano puede ofender a Dios? ¿Que encima se enoje y que pida una expiación por la culpa? ¿Y para expiar nuestra culpa su hijo sea crucificado? Todos son conceptos de culpa e inocencia.

Existen algunos así llamados “pecados mortales”. Aquel que comete un pecado mortal va al infierno. Perpetuo. ¿Hay alguna relación entre un pecado así y ese castigo? ¿Y que todo eso provenga de un Dios de amor? ¿Puede haber algo más terrible que ese concepto?

Me puse a reflexionar y leí la Biblia de una manera nueva, leí la historia del paraíso. ¿Queréis que os cuente la nueva historia de Adán y Eva?

Adán y Eva estaban en el paraíso y Dios estaba entre ellos. Andaba con ellos en el paraíso. Les dijo: allí hay un árbol del que no podéis probar la fruta. Entonces la serpiente les convenció y comieron de ese árbol. Luego fueron expulsados del paraíso. ¿Qué tipo de árbol era ese? ¿Qué pasó para que el fruto de ese árbol les llevara fuera del paraíso? Era el árbol de la diferenciación entre el bien y el mal, es decir del entendimiento del bien y del mal. La pregunta es: ¿es eso un entendimiento? ¿Puede haber ante Dios una diferenciación entre bien y mal, cuando él creó todo lo que hay, manteniéndolo en vida, cuando no existe ningún movimiento que no provenga de él?

Después de la creación, miró todo eso y encontró que estaba todo bien, tan bien como era, sin diferenciación entre bien y mal. No existe eso para Dios ¿Cómo puede diferenciarlo, si todo proviene de él? ¿Cómo puede ser que esto sea bueno y aquello malo? Entonces debería decir: pues yo soy malo. ¿No es esa una idea rara?

Luego de haber comido del árbol llamado “del entendimiento”, fueron expulsados del paraíso. ¿Adónde lleva la diferenciación entre bien y mal? Eso enseguida se vio con sus hijos, Caín y Abel. Ambos ofrecieron un sacrificio a Dios. Caín pensaba que Dios hacia una diferencia entre bien y mal. Transfirió su diferencia entre bien y mal a Dios. Y dado que él diferenciaba, creyó que Dios amaba más a Abel que a él. Luego mató a su hermano. ¿A quién mató en realidad? A Dios. Le mandó la culpa a Dios. Mató aquello que Dios amaba. La diferenciación entre bien y mal es una oposición a Dios, es una actitud claramente en contra de Dios. Después de esa diferenciación, comenzó la matanza en el mundo. Todas las guerras comienzan con la diferenciación entre bien y mal, todos los conflictos surgen de esa diferenciación, hasta hoy.

Yo también tuve un entendimiento, y es que esa diferenciación no puede existir. Todo es movido por el mismo amor. Y esta nueva forma de trabajar que os demuestro aquí, andar con el espíritu, andar con el amor del espíritu, se mueve más allá de la diferencia entre bien y mal. Eso tiene un efecto muy amplio: las puertas del paraíso se vuelven a abrir y podemos regresar al paraíso, allí donde Dios se mueve entre nosotros. En el paraíso entonces, llegamos al siguiente árbol importante. Y de él podemos comer ahora: Este es el árbol de la vida.

¿Sentís a qué dimensiones llega este trabajo y lo que nos espera cuando renunciamos a la diferenciación entre bien y mal? En este trabajo, se demuestra que estos movimientos del espíritu se mueven más allá que esa diferencia, y unen a “aquello que antes estaba separado”.

Miremos ahora en la práctica dónde nos lleva ese otro amor.

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