Taller Presencial
"Nos hacemos autónomos cuando somos capaces de decidir por nosotros mismos a quién amar y a quién rechazar. La madurez y la adultez nos llegan al soltar las lealtades familiares, al aceptar cada vez más la vida tal como es, renunciando a la lucha y viendo a los demás como seres iguales que nosotros, habitados por la misma energía de otra dimensión que yo. Experimentamos que, conforme más agradecemos todo, más liviano se torna nuestro destino...
La actitud de aceptación incondicional o de rendición implica el grado más alto de nuestra libertad de decisión. Debido a la ley entre el dar y el recibir, el universo responde agradecido a esta entrega dándonos toda su abundancia"
Brigitte Champetier de Ribes " Las fuerzas del amor"
¿Qué constelar?
¿Qué es lo esencial para mí hoy, en el momento presente?
En el camino de vida que llevo, ¿Qué es lo que realmente necesito?
¿Qué es lo que intento una y otra vez y no consigo?
¿Existe un patrón de repetición en mi vida, mis actitudes, mis elecciones?
¿Algo ha ocurrido, algo que no puedo integrar?
Dificultades en nuestros hijos, con el trabajo, relación de pareja, síntomas, enfermedades, accidentes...la conexión con nuestro guía, el nacimiento.
¿Sabes lo que es la comunidad de destino en la familia? Los pequeños con su amor incondicional llevan por nosotros una carga que no les corresponde.
Hoy también, más que nunca es importante recuperar la conexión con nuestro centro con nuestro guía, la inteligencia biológica dentro de nosotros que conoce el camino a nuestra esencia. También es prioritario conocer y experimentar la existencia del holograma, nuestra parte que integra todo lo vivido por el adn de nuestro sistema familiar. En él se encuentra nuestra misión al servicio de nuestro sistema y de la vida.
Cada uno de nosotros somos la reconciliación de lo no resuelto en nuestro sistema materno y paterno. Somos la unión de dos polaridades para crear más vida y cada conflicto o dificultad en nuestro camino es un espejo de algo que quedó sin resolver en las generaciones anteriores. Al resolverlo, algo atrás se reconcilia y se sana.
Sin embargo, la constelación no va a ir más allá de lo que uno pone. En el equilibrio entre dar y recibir, la persona asume y agradece su vida como es, y la vida le regalará un cambio. El cambio será proporcional a lo que nosotros soltemos por amor.
El constelador no es el sanador, sólo se pone al servicio de tu destino, tu sistema familiar y de la energía, permitiendo que otras fuerzas (movimiento del espíritu, fuerzas de sanación, campo cuántico, resonancia, etc.) trabajen haciendo emerger una nueva realidad de tu propia vida.
Ese movimiento de sanación respeta el libre albedrío de la persona y no irá más allá de lo que la persona entrega, en cuanto a amor, aceptación y respeto.
Por otra parte, no existe sanación individual, la sanación es de todos. La solución es necesaria-mente una solución buena para todos. Por lo que nos podemos olvidar de los detalles de lo que queremos conseguir. Sólo las fuerzas de sanación saben cuál puede ser la solución buena para nosotros. Y nuestra apertura a la vida como es permitirá que se desarrolle una solución totalmente inesperada, buena para todos.
¿Quién se puede constelar?
Sólo un adulto se puede constelar, sólo el que asume sus responsabilidades, el que es capaz de reconocer lo que hay y puede tomar decisiones personales y autónomas (como decir sí, despedirse, devolver algo…).
Asistir a una Constelación
El grupo que asiste a una constelación, una vez ordenado, se transforma en un campo de sanación. Cada individuo se pone al servicio de los sistemas mayores, observando con respeto lo que se desarrolla, entregándose a los sutiles movimientos de sanación que irán embargándole.
Cuando el grupo se pone en sintonía con algo más grande, con el vacío, con el asentimiento a todo como es, con el servicio a la vida, las personas entran en esta disposición de soltar lo conocido y dejarse guiar hacia algo nuevo. Hacia algo nuevo siempre bueno para todos.
Ser representante
El representante se entrega al movimiento, sin mente ni emoción, totalmente recogido y en silencio interno y externo. Sólo siente su cuerpo y se deja llevar por él, muy lentamente. Sentado en su silla, algunos sienten que algo les empuja a levantarse o a tumbarse en el suelo. Otros sienten en su cuerpo una sensación que no existía unos segundos antes, por ejemplo, frío, calor, picor, dolor; es la señal de que han sido tomados al servicio de la constelación y se han transformado en representante. A partir de ese momento se levantan y se dejan guiar.
Lo que va a mover el representante es una resonancia con el cliente. Resonancia inconsciente, desconocida. A cambio de que el representante no ponga nada de su parte, ninguna pena, ningún deseo, ninguna intención, el campo va a ofrecer una profunda sanación a ambos, cliente y representante. Este último lo sentirá, en cuanto se vuelva a sentar libre de representación, podrá percibir algo muy distinto en su interior: alegría, fuerza, vitalidad. Cuando el constelador lo decide, la constelación termina y cada persona que ha representado, en el instante vuelve a ser ella misma, sin necesidad de ningún ritual.
Ser representante es vivir una meditación, es llegar a tal grado de recogimiento que otras fuer-zas nos pueden dirigir. La Energía nos va a dirigir.
El movimiento de los representantes no es emocional ni teatral, es entrar en sintonía con el cuerpo, es una meditación corporal. El representante se trasforma en la herramienta de otras fuerzas al servicio de una sanación de orden mayor.
Taller Presencial en San Lorenzo del Escorial, Sala Paseos, Calle Floridablanca 34, de 10,30 a 14,00.
Plazas limitadas por orden de inscripción. Constelar 40 €, representar 15 €
Os esperamos !
Reserva de plaza por orden de inscripción
losconsejosdeteresa@gmail.com
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