La Sanación

 






"Las Constelaciones Familiares son las herramientas correspondientes a un pensamiento, y conforme evoluciona este pensamiento, va evolucionando la herramienta. La técnica de representar a una persona desconocida o una abstracción, y recibir información de esta representación, es antigua. Y la técnica se adapta a la visión del que la utiliza.


En una primera etapa, Bert Hellinger actuaba como psicoterapeuta, inspirado sobre todo por el Psicoanálisis y la Gestalt, en las que el psicoterapeuta tiene el poder y el conocimiento. Los representantes estaban bajo sus órdenes. No tenían autonomía de movimiento. Se buscaba una imagen sanadora para el cliente.

La constelación era una representación fija, inmóvil, únicamente dirigida por el Constelador (y por el cliente cuando colocaba a cada representante). Este modelo de psicoterapia duró unos quince años, y sigue siendo presente en la constelación con muñecos.

Cuando nos hemos situado frente a algo más grande que lo dirige todo, lo quiere todo como es, y lo mueve todo con amor, ya no podemos ser nosotros los que movamos a los representantes o los hagamos hablar.

A finales de los noventa Bert Hellinger abandonó el modelo de psicoterapia, mostrando que la vida es mucho más que psicoterapia, y que distintas fuerzas dirigen nuestras vidas; fuerzas muy superiores a nosotros, que nos orientan continuamente hacia la unificación y el amor.

La constelación hace aparecer muchas de estas fuerzas, y sólo el movimiento impulsado por ellas es el que provoca la sanación.

Y Hellinger entendió que esto se reflejaba en el hecho de que los representantes tienen un movimiento autónomo e involuntario que guía la constelación hacia un desenlace imprevisible que será fuente de sanación para todos.

Observó que si los representantes estaban centrados y sin intención, se movían espontáneamente de un modo muy lento hacia una solución inimaginable por el constelador. Al principio llamó a este movimiento “movimiento del alma”.

Paralelamente, hasta más o menos el año 2003, estuvo abriéndose fenomenológicamente a la conciencia moral. A partir de entonces pudo comprender que nuestra fidelidad en forma de conciencia moral limita nuestra entrega a la vida y a la sanación, y que la sanación es siempre un movimiento de reconciliación más allá de esa conciencia moral. Una fuerza superior a todos lo mueve todo: desde la conciencia moral y sus consecuencias trágicas hacia la sanación y la felicidad de los seres humanos. Todo está movido desde el amor, al servicio de la vida, por el amor del espíritu.

Entonces Bert distinguió entre movimiento del alma y “movimiento del espíritu”: el movimiento del alma que abarca a los representantes es un movimiento arcaico que muestra la dinámica inconsciente en la que el cliente está atrapado, atrapado en una intrincación, consecuencia de la conciencia moral; el movimiento del espíritu es el movimiento que surge después, a menudo a raíz de una frase sanadora, y lleva hacia una reconciliación y la sanación. Se consideraba como un movimiento externo al sistema humano, como un movimiento del campo del espíritu.

Ese espíritu o gran conciencia que lo piensa todo y conforme lo piensa lo crea, es el pensar a la vez que lo pensado.

Se pudo entender que el movimiento del Espíritu pertenecía tanto a Algo más grande, a esa Gran Conciencia o al Vacío Creador (como se quiera llamar), como a la Humanidad y a todos los sistemas humanos.

Ya no buscamos una imagen, sino un movimiento; y además un movimiento de reconciliación.

La sanación entonces es la sanación que necesita todo el sistema familiar. Es la sanación buena para todos. No hay sanación individual..." Brigitte Champetier de Ribes






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